martes, 23 de noviembre de 2010

CAPTURA DE LAGARTOS OVERO

Carlos Estrada

Aunque estos animales parecen “comunes” en provincias del Norte de Argentina, especialmente activos en verano al mediodía, NO DEBEN SER MOLESTADOS NI CAZADOS, tampoco criados como “mascotas” domésticas. Las especies silvestres autóctonas no consideradas plaga, deben vivir en libertad en sus territorios naturales.



El lagarto overo (tupinambis teguixin) es el de mayor tamaño en Argentina y está protegido por la ley nacional No.22.421 de Conservación de la Fauna y sus decretos reglamentarios.



Ser propietario de una quinta o extenso campo no da derecho a adueñarse de la vida de los animales que habitan el lugar; no hay que dañar nidos ni cuevas, incluso tener fauna en cautiverio dentro habitáculos amplios construidos al aire libre sin permitir su desplazamiento con total libertad es ENTRAR EN DELITO.



Son muchos los criaderos autorizados oficialmente que no reciben inspecciones periódicas, es decir, sin que los funcionarios revisen instalaciones, contabilicen con la debida transparencia los planteles reproductores, los nacimientos y las salidas de piezas hacia grandes mercados.



Demasiados comerciantes utilizarían de manera engañosa la documentación otorgada por autoridades de aplicación para movilizar ejemplares vivos y pieles de la caza furtiva; amparan lo ilegal seguros de no ser descubiertos, situación generada por la gran demanda de cueros de parte de exportadores y fabricantes de zapatos, cinturones y carteras, empresarios ligados al mercado clandestino, por eso hay que denunciar ante la justicia a poseedores de estos animales, a cazadores (no hay permisos de captura de dicha especie) y a transportistas que se presenten como trabajadores de establecimientos autorizados, más allá que exhiban documentación al respecto. Entre animales procedentes de criadero envían por rutas y caminos provinciales parte importante robada a la Naturaleza, a veces con certificaciones indebidas de las autoridades de aplicación (direcciones de Fauna y Ecología), ilícitos difíciles de probar, que atentan contra el equilibrio ecológico, leyes vigentes y perjudican la economía nacional, manejados desde las propias estructuras oficiales (no generalizo) por posibles sobornos, lo que reduce poblaciones silvestres que precisamente están protegidas (en teoría) por comprobaciones científicas de retroceso numérico.



Se supone que habilitan criaderos para preservar especies, sin embargo las descontroladas ambiciones humanas destruyen todo. En Argentina, por ejemplo, numerosos criadores autorizados no se conforman con los ejemplares nacidos en cautiverio, sino que pretenden aumentar ganancias incentivando la caza furtiva en provincias del Norte; maniobras delictivas que tienen amplias redes de implicados: cazadores contratados, transportistas cómplices, acopiadores, industriales del cuero e inescrupulosos dueños de criaderos, sumándose la sospechosa inacción de autoridades oficiales de control.



Por ningún motivo hay que tener lagartos en cautiverio, éstos deben vivir en libertad (nunca en zoológicos). Hay que denunciar a cazadores de especies silvestres y a transportistas, dudándose de la legalidad de los certificados de origen y guías de tránsito exhibidos, asuntos complejos que deben ser investigados prolijamente por rectos jueces penales, ya que son innumerables los personajes influyentes que lucran con el sufrimiento de animales provenientes del mercado negro. El tráfico ilícito interprovincial también es competencia de fuerzas de seguridad, pero si hay vista gorda o actos de corrupción en sus numerarios la justicia no podrá resolver ningún delito.



Cuando los jueces demoren actuar, acostumbren a derivar fauna a zoológicos locales, no liberan especies autóctonas en sus territorios naturales o designen como “depositarios” a los mismos infractores, DEBEN SER DENUNCIADOS PÚBLICAMENTE Y ANTE ORGANISMOS OFICIALES SUPERIORES.



Los comerciantes de vida silvestre tienen impunidad porque las cadenas de corrupción llegan a todas partes y las sostienen personajes de “guantes blancos” Por supuesto, no generalizo.



Seguramente este informe basado en sólida experiencia e idoneidad adquirida a lo largo de varias décadas de estudios junto a destacados científicos, viajes, heridas en emboscadas de traficantes y otras graves causadas por animales salvajes (monos, lobos, serpientes, osos, leones, etc.), éxitos llenos de sufrimientos, servirá para dejar enseñanza; lamentablemente he comprobado que “opinólogos” e improvisados devenidos en “entendidos” salvadores (?) de los animales suelen aprovechar mis conocimientos volcados en artículos y fraudulentamente los usan como “propios”.



CARLOS ESTRADA * escritor, autor de libros, periodista de investigación y proteccionista independiente de fauna salvaje con documentada trayectoria pública desde 1970, con numerosas certificaciones oficiales y científicas y máximos reconocimientos internacionales por incautaciones de reiterados millares de pieles, cueros y especies silvestres vivas del mercado negro.

Buenos Aires, Argentina, 23 de noviembre de 2010.

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