La Conferencia sobre Biodiversidad de la ONU en Nagoya concluyó con importantes avances: habrá más zonas protegidas hasta 2020 y reparto equitativo de los beneficios obtenidos a partir de los recursos naturales.
Satisfacción generalizada por lo que políticos y organizaciones ecologistas de toda Europa han calificado de acuerdo "histórico" para frenar la pérdida de biodiversidad en el mundo. Después de dos semanas de duras negociaciones, los delegados de los 193 países asistentes a la décima Conferencia sobre Biodiversidad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en la ciudad japonesa de Nagoya cerraron este sábado (30.10.2010) un paquete de medidas con el objetivo de poner coto a la pérdida de especies animales y vegetales antes del año 2020.
"Cambio de tendencia"
"En Nagoya, la comunidad internacional ha iniciado un cambio de tendencia para frenar el saqueo de la naturaleza". Así se expresó el ministro de Medio Ambiente alemán, Norbert Röttgen, al término de la Conferencia. Un encuentro que, según Röttgen, se saldó con acuerdos ambiciosos gracias, también, a la actuación decidida del conjunto de la Unión Europea (UE). En términos parecidos se expresó la secretaria de Estado de Cambio Climático del Gobierno español. Teresa Ribera calificó los acuerdos de "magnífica noticia para festejar el Año Internacional de la Biodiversidad". Las conclusiones del encuentro demuestran, además, según Ribera, que "la ONU puede adoptar decisiones de este calado".
Por su parte, las organizaciones ecologistas saludaron positivamente también las conclusiones de la Conferencia de Nagoya. Desde la Asociación Alemana de Protección de la Naturaleza (Naturschutzbund), su presidente, Olaf Tschimpke, alabó el papel de Alemania y de la UE en las negociaciones. En declaraciones a Deutschlandradio, Tschimpke valoró como un "paso importante hacia adelante" las conclusiones del encuentro. En la misma línea, el responsable de la Federación Alemana para el Medio Ambiente y la Protección de la Naturaleza (BUND), Hubert Weiger, calificó el acuerdo de "señal a la comunidad internacional para asegurar la diversidad de especies y los medios propios de subsistencia".
Los detalles del acuerdo
Pese a todo, el acuerdo alcanzado en Nagoya no fue en absoluto sencillo. El principal elemento de discordia fue la discusión sobre el denominado Protocolo ABS (Access and Benefit Sharing o "acceso y reparto de beneficios"). Es decir, sobre cómo regular el acceso a los recursos genéticos de las plantas y el reparto de los beneficios que se obtienen de ellas. Principalmente, por parte de empresas farmacéuticas y de productos cosméticos con sede en los países industrializados.
Un acuerdo que tardó casi 20 años en alcanzarse. El nuevo marco legal establece que, en el futuro, las ganancias obtenidas por recursos naturales serán divididas equitativamente entre los países de origen y los países industrializados que explotan dichos recursos. Naciones en vías de desarrollo y países emergentes como Brasil habían insistido en que no firmarían las metas generales de la Conferencia de Nagoya si no había acuerdo también respecto al protocolo.
La décima Conferencia sobre Biodiversidad de la ONU sirvió, además, para establecer nuevos objetivos para frenar la pérdida de biodiversidad. Hasta 2020, el compromiso supondrá la protección de un 17% de los espacios terrestres y las aguas continentales y un 10% de las áreas costeras y marinas. Actualmente, dichos porcentajes se sitúan en un 13% y un 1%, respectivamente. Unas cifras que, sin embargo, podrían ser insuficientes para detener la pérdida de especies, según los temores expresados por diversas organizaciones de conservación de la naturaleza.
El tiempo apremia
Y es que, pese a los avances registrados en Nagoya, el tiempo apremia. Diversos estudios presentados en el marco de la conferencia, por ejemplo, indican que una de cada cinco especies de animales vertebrados está en peligro de extinción. En el caso de los anfibios, la cifra es superior al 40%. Además, la pérdida de biodiversidad discurre a un ritmo mil veces superior al considerado natural. Sólo dos ejemplos: según el informe "Living Planet Report" del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la diversidad de especies en las zonas tropicales retrocedió un 60% desde el año 1970. Mientras que el 70% de las reservas mundiales de pesca está sobreexplotados.
Hace falta implementar medidas de forma inmediata. Y, para hacerlo, es necesario contar con fondos económicos suficientes. Varios países en vías de desarrollo alertaron que, para poner en marcha los acuerdos de Nagoya, necesitarán financiación del exterior. Los países industrializados, por su parte, se comprometieron a reunir los fondos necesarios para el año 2020. Los planes deben estar en pie para 2012, cuando Rio de Janeiro acoja la segunda Cumbre de la Tierra, dos décadas después de albergar la primera.
Autor: EV / Reuters/dpa
Editor: Enrique López Magallón
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